Rafael Barril Figueras llegó al Priorat en 1931 con la ilusión de tener una finca donde producir vino, y al saber que Mas d’en Gil estaba en venta decidió comprarla, rebautizándola con los apellidos de la familia: Masía Barril.
En ese momento la finca tenía una bodega, establos y pajar, y Rafael Barril Figueras, ingeniero de profesión, decidió construir una vivienda. Fue todo un reto, ya que la finca está en un paraje donde el viento siempre sopla fuerte, así que optó por levantar una sólida estructura metálica, muy novedosa en su tiempo. Aprovechó los dos depósitos existentes para convertirlos en cisternas donde recoger el agua de la lluvia. Cuando a finales de verano quedaba poca agua, la reservaban para los trabajos de la vendimia e iban a proveerse a la Font d’en Fontà con la mula. Esta fuente es la que más tarde daría nombre al vino de finca, el Clos Fontà. Otra decisión importante fue continuar la tradición de plantar olivos en las lindes para delimitar la propiedad. Esto se convirtió en una seña de identidad propia.
Debido a la crisis existente en la época, Rafael Barril Figueras contrataba hombres del pueblo de Bellmunt del Priorat en turnos de quince días; en las épocas en que no había trabajos agrícolas específicos, enviaba cuadrillas al monte para que mantuvieran los caminos limpios y transitables. Fue entonces cuando hizo construir un banco en el bosque, que aún hoy se conserva.
Rafael Barril Figueras murió en otoño de 1936 y, paradójicamente, su muerte estuvo relacionada con la masía a la que tantos esfuerzos e ilusión estaba dedicando. Rafael Barril Dosset, que tenía sólo seis años cuando su padre compró la masía, fue cogiendo afición al cuidado del campo y a la producción del vino y cuando murió su madre, heredó la finca.
“Un nuevo Priorat al estilo antiguo”
Masía Barril vendía inicialmente la cosecha a Bodegas De Muller, que utilizaba el vino para mezclarlo con otros vinos y elaborar el vino de misa, para el que tenía la autorización del Vaticano. A finales de los años 70, De Muller dejó de comprar vino y Rafael Barril Dosset tuvo que buscar otros clientes. Fue entonces cuando entra en contacto con el crítico José Peñín, para cuyo club de vinos embotelló la cosecha de 1980. Fue la primera vez que Masía Barril embotellaba vino, lo que abrió una nueva etapa.
La familia Barril siempre quiso elaborar un “nuevo Priorat al estilo antiguo”, empleando los conocimientos y las técnicas enológicas actuales para mejorar la calidad, pero respetando las características tradicionales. Rafael Barril Dosset defendía vendimiar con el adecuado punto de maduración de la uva, así como fermentar diferentes partidas de uva por separado. Todo ello fue posible gracias la gran visión de futuro de su padre, Rafael Barril Figueras, quien había construido varios depósitos pequeños. También propugnó una elaboración completamente natural, controlando temperatura, higiene y otros aspectos, pero sin hacer ninguna manipulación. Entonces no estaba de moda la producción ecológica, pero sin duda sus ideas se aproximaban a ese concepto. Poco a poco, los vinos se fueron conociendo y apreciando, y la mayor parte se vendía en el extranjero, en Inglaterra y Suecia.
Además de los avances vinícolas, también se hicieron mejoras en los edificios anexos y el jardín. Se plantaron numerosas especies aromáticas con la idea de tener un pequeño jardín botánico con plantas mediterráneas y medicinales.
Masía Barril llegó a su fin cuando en 1998, Rafael Barril Dosset, con 73 años, tuvo que tomar la dolorosa decisión de vender la masía, ya que se iba haciendo mayor y el trabajo requería viajes frecuentes en Madrid y muchas horas de trabajo. Rafael Barril Dosset murió seis años después, los mismos que tenía cuando vio y pisó la finca por primera vez en 1931.